La memoria es ese gran almacén de vida que gestiona nuestro cerebro. Cuando hablamos de ella, los ejemplos cotidianos que se nos vienen a la cabeza son la capacidad de recordar momentos de nuestra vida, memorizar discursos, apuntes, etc. Pero, ¿y conducir o reconocer a tus parientes?, ¿o incluso poder elegir sin esfuerzo las palabras que queremos decir? 

La memoria es un área cognitiva compleja y sin ella seguramente cada acto cotidiano al que apenas damos importancia se convertiría en ardua tarea.

¿Qué es la memoria?

La memoria es un proceso mediante el cual podemos: 

  • Codificar: preparar la información para que pueda ser almacenada. En esta fase es imprescindible la atención. 
  • Almacenar: retener información para que podamos usarla posteriormente.
  • Recuperar: Encontrar y acceder a esta información para poder utilizarla. Es a lo que llamamos recordar. 

Hoy en día disponemos de diversas clasificaciones de la memoria. En esta primera aproximación hablaremos de una de las pioneras y más aceptadas actualmente. Son los tipos de memoria que Atkinson y Shiffrin describen en su teoría de la memoria multialmacén:

Memoria sensorial

Este primer almacén recoge la información que nos llega a través de los sentidos. Sin embargo, lo hará por muy poco tiempo, durante 300 milisegundos solamente. Después, se pierde o, si le prestamos atención, pasa a la memoria a corto plazo.

Memoria a corto plazo

Este almacén se encarga de mantener la información en nuestros pensamientos aunque dicha información no esté presente, por ejemplo, si hemos visto pasar a alguien y posteriormente vamos corriendo a contárselo a un amigo. La memoria a corto plazo también puede manipular la información, por lo que también se le llama memoria de trabajo. El tiempo que puede estar la información en este almacén es de tan solo 30 segundos, por lo que este almacén decidirá si le abre la puerta para pasar a la memoria a largo plazo. Existen estrategias como la repetición o asociar significados para aumentar la duración, pero esto lo explicaremos más adelante.

Memoria a largo plazo

Aquí ya visualizamos un almacén más extenso y duradero. Se clasifica en dos tipos: por un lado, la memoria implícita o procedimental, que almacena información de forma inconsciente que nos permite ejecutar tareas que se convierten en automáticas, como conducir, montar en bici o cocinar uno de tus mejores platos. Y, por otro lado, la memoria explícita o declarativa, que almacena la información de forma consciente sobre las personas, las cosas y su significado (memoria semántica), pero también hechos de nuestra vida, como por ejemplo nuestro primer día de instituto (memoria episódica).

Como decía José Luis Borges, "somos nuestra memoria". Y en Método Wits la conocemos muy bien. ¿La ponemos en forma?